Estudio monográfico

Empecé recientemente a leer la biografía que escribió Enrique Krauze sobre Daniel Cosío Villegas. Durante la lectura de los diferentes prólogos que ha habido a las diferentes ediciones del libro (Krauze lo escribió hace 27 años, se ha reeditado tres veces), me vino a la mente la idea recurrente, perenne, de identificarme con las adjetivaciones (no creo que exista esa palabra, pero me gusta pensar en que los adjetivos se aplican como imposición) que Krauze aplicaba a Cosío. Siempre he considerado a Krauze como un cínico muy genial y, casi, como un genio cínico. Su escritura crítica al poder y a la cercanía con el poder me hacen sospechar una adicción patológica: su lenguaje corporal en los programas que hizo con Octavio Paz en los 80 transmiten lo opouesto, ansiedad de poder.

Y tal ansiedad es peligrosa por razonada. Krauze, en su genialidad, sabe que solo existe el poder independiente. Antes que "historiador" como ahora se le conoce, Krauze estudió con brllantes notas Ingeniería: Entiende las leyes de la Física y la energía. Vivió el rencor del 68 y lentamente, artesanalmente, maquiavélicamente, urdió su venganza. Pegado siempre a ideas incontestables (heredero de la parte boticaria del pensamiento paciano), Krauze no arriesga nunca su ejercicio intelectual: Él es promotor y empresario, vocero de la libertad y la democracia (y quién puede estar en contra de eso?), fanático del poder que da La Razón inequívoca.

Y yo crecí formado por la instrucción y lectura krauziana de la Historia contemporánea de México. Contrasatando durante mis 20's la versión de José Agustín con la de Krauze, siempre preferí el estilo aristocrático del judío al estilo pachanguero del acapulqueño.

Quiero profundizar en la idea de las frontera del Yo. Me dí cuenta, comparándome con Cosío (a quien Krauze considera erróneamente su mentor ideológico), que mis propias fronteras son tenues y ubicuas, y que parte de ellas se aferran con desesperación al futuro y el progreso mientras que las definiciones siempre me remiten a los principios del siglo en el que nací. Disfruto ahora un pequeño poder. Este estudio servirá para volcar la malsanidad en el ejercicio de mi ego pequeñamente poderoso.

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