¿Cómo olvidarte?

Quiero olvidarte. Genuinamente no pensar para nada en tí. Mis sábanas me protegen de tu recuerdo, mayormente. Pero me gusta mucho mi dije. En realidad no reparo en él sin cuando me veo en el espejo. Y no siempre.

Sí, no siempre te recuerdo con el dije. Pero tengo que pagar la pensión del coche y recuerdo que tengo el coche. Tengo una entrevista de trabajo y me pongo esos zapatos que tanto te gustaron, esos zapatos por los que te volviste loco y gastaste de más esa quincena.

Igual a veces escojo una blusa, o un collar o un anillo. Y entre varios te veo a tí.

Mi cocina, que casi no uso, es un lugar seguro, salvo cuando quiero hacer café y veo las cajas que compré para tí y que siguen sin usarse. Deberías llevártelas. ¿Te compras una maquina de Dolce Gusto? ¿Te regalo la mía aunque sea de colores?

Luego pongo música y Spotify es todo R. Pero la bocina eres tú. Ash. No, la música, el contenido, igual lo pongo en casa que en el coche. Igual el instrumento para oirlo eres tú. El teléfono eres tú también.

Regresé a mi perfume de siempre, pero a veces recuerdo cuando me lo pongo que mi mamá y tú cometieron el mismo error: confiar en tí.

De repente leo lo que escribo y pienso en Jim y en cómo le estará yendo, en lo último que me contaste de ella. Es mi Jim también y es lo que mejor recuerdo de tí.

Quisiera odiarte para olvidarte y no puedo dejar de pensar y que me duela el muchísimo daño que me hiciste, el miedo que me provocaste. Pero no puedo odiarte. Me enseñaste que cierto tipo de entrega es posible y que la locura asalta cualquier callejón o cualquier barrio o cualquier rincón. Que nadie está a salvo. Y que yo, siendo yo, menos que nadie puede escapar de ella. De todos modos no es excusa. Sé que tengo derecho a odiarte, a ignorarte y eventualmente a olvidarte.

Solo que no sé cómo hacerlo.




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