Lecciones

No estoy seguro de haber aprendido las lecciones de 2017 porque no estoy seguro cuáles fueron. Sé que no tengo sino que moverme para que las cosas pasen y que tengo una importante obligación/función qué cumplir en la vida, en la sociedad y en mi futuro para que las cosas sigan pasando. Pero también quiero, desde ya, hacer cosas adicionales al cumplimiento de esas obligaciones. Cuando pude este año hacer algo no hice nada. Esa, supongo, es la lección. No esperar a que ya no haya ni una gota de agua, sino que ir moviéndome mucho para generar.

No es lo mío acumular, pero tantas canas me recuerdan que debo prepararme lo antes posible para el futuro. Tengo que establecer esas dos disciplinas a como dé lugar en 2018: Hacer algo más además de mi obligación como mantenedor y generar un patrimonio que me permita tener una adultez y una vejez tranquila.

¿Qué hice bien en 2017? Amar a mis hijos. Se dice fácil, pero amar bien no es fácil y yo estoy contento de nuestro amor. Judith, sin duda es mi segunda mejor logro de 2017. Quererla, abrazarla, tener una relación con ella, un compromiso. No el compromiso de la relación, sino el compromiso que da el querer/amar compartidamente. Trabajar en Uber, salir con Mirna.

Obtuve un perdón. No sé si es tregua o perdón definitivo, pero me hacía mucha falta el gesto de Edith y lo obtuve por fin. ¿Quizá porque lo pedí mejor que antes? Ahí hay otra lección que me urge aprender bien.

Mis hermanas también fueron otro logro. Esta crisis me acerco a ellas de la manera correcta. No sólo me siento seguro con ellas, como tortuga en su caparazón, sino que creo que, cuando viene el invierno, the pack survives and the lone wolf dies.

Paty fue algo interesante, no me enriqueció nada el alma, pero cubrió una parte muy importante de mis necesidades. Yo quería que las cumpliera Yesenia, por quien sí tengo sentimientos enormes, pero eso es algo que debo arreglar en 2018. Superar de la mejor manera posible a Yesenia, y quizá aprender a decirnos adiós.

En la venta de mi coche yo interpreto la lección de que está bien desprenderse con facilidad de las cosas que uno adora, pero también con respeto y ceremonia. No honré nuestra vida juntos y me costó muy muy caro.

Las cosas se están acomodando para 2017. Tengo que trabajar con denuedo e inteligencia. Con dedicación y diligencia. Porque todo lo demás, de seguro me será dado, incluso con facilidad, si yo aprendo a disciplinarme un poco en el trabajo.

Soy Armando, mi nombre significa peleador. No soy persona para estar en la banca contemplando, me toca siempre estar en la arena peleando.

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